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7/6/18

LIMPIAR LA CAVERNA MÁS ALLÁ DE PARTIDISMOS


LIMPIAR LA CAVERNA MÁS ALLÁ DE PARTIDISMOS
Enrique Gracia Trinidad

Nota: Este escrito responde al publicado por Juan Van-Halen en ABC, el 4-6-2018 
y que puede verse copiado más abajo o  pinchando aquí  





Vaya por delante que los carnets que tengo son el de identidad y el de conducir y seguramente andan cercanos a caducar. Nunca he tenido carné de partido alguno, ni lo tendré.
Dicho esto, se entenderá que remede a Dalí cuando hablaba de Picasso, refiriéndome por mi parte a Juan Van-Halen: "Juan Van-Halen es español, yo también, Juan Van-Halen es escritor, yo también; Juan Van-Halen es un político de derechas, yo tampoco".
Me veo obligado a responder a este colega escritor y poeta, por lo demás, en lo personal, amigo, por el artículo que acaba de sacar en la tercera de ABC —¿dónde si no?— sobre el asunto de la moción de censura y subsiguiente cambio de gobierno en esta España de nuestros pecados. Buena muestra, con tono literario, del cabreo y el desconcierto que cunde en las filas de quienes hasta ahora nos gobernaban.
Habla de "golpe de mano parlamentario", evitando mencionar el más rotundo "golpe de estado" aunque luego se refiera a eso cuando menciona a los catalanes en distintas fechas y hasta hace referencia a "golpismo" en el título de su artículo.
No escatima alabanzas a su líder a la par que se disimulan los abrumadores problemas —"positiva herencia"
"sentencia... de un juez conocido por sus ideas radicales de izquierda", "supuesta caja B"—; eso siempre es muy propio de los totalitarismos de cualquier color y de los partidos que tienden a ejercerlo como el suyo.
Pero sobre todo se extiende en descalificaciones para el nuevo Presidente, Pedro Sánchez —insisto en que no soy ni socialista ni nada—, que me suenan ya a lo mismo de siempre y sobre todo a lo mismo con lo que ha venido amenazando desde la caída de M. Rajoy la parte más energúmena de los populares. 
Hace gala mi amigo Van-Halen de datos históricos recordando datos oportunos, pero como suele hacerse, vistos desde una posición sesgada, como cuando menciona las elecciones de 1936 con una "cómoda mayoría a la izquierda trasteando los resultados de las elecciones" sin mencionar que en aquellos tiempos convulsos todas las elecciones anteriores venían siendo sistemáticamente "trasteadas" por conservadores de todo tipo ¿o vamos a olvidar al manipulador Conde de Romanones, que terminaría de procurador con el golpista Franco, lo que confirma que pese a ser Grande de España, era más bien regularcillo, como apuntara Jorge Llopis?
Y hablando de trastear y de dar golpes de estado, más valiera recordar al pretoriano Primo de Rivera con la colaboración de Alfonso XIII, al golpista repetidor Sanjurjo y, no digamos, al gran golpista Franco que como dijera Sanjurjo: "Franquito es un cuquito que va a lo suyito» y que terminó metiendo a España en los años de incuria que todos quieren olvidar aunque algunos repiten maneras como en el caso de la pepera "ley mordaza" que, por cierto, más vale que se derogue lo antes posible.
Por muy perversa que le parezca ahora la moción de censura que ha derribado a su gobierno y tambaleado a su partido, no dejará de reconocernos el poeta Van-Halen que hay notables diferencias con las que acabamos de mencionar y que el batiburrillo de apoyos que ha conseguido Pedro Sánchez —batiburrillo más que delicado y en esto acierta— ha surgido de la poca cintura de Rajoy para dialogar, símbolo autoritario sin duda, y del empeño, junto a los suyos, en cerrar los ojos ante la inmundicia de corrupción sistemática que llevan años practicando y ahora empieza a concretarse judicialmente. Por cierto ¿dónde está ese cacareado respeto de las decisiones judiciales cuando les golpea a ellos en plena línea de flotación?
Y no es que la corrupción no abunde en otros partidos, ya resulta un mal endémico del país, sino que no recuerdo haber visto a Sánchez en los papeles de los ERE andaluces y sí a don Mariano en los de Bárcenas, que algunos implicados ya han reconocido.
De la mención de que es la primera vez que se promete cargo sin crucifijo ni biblia, poco que decir salvo que ya iba siendo hora de que se manifestase la no confesionalidad del Estado.
En algún momento se refiere a vídeos del PSOE y de Ciudadanos mostrando los bandazos de ambos. ¿No conoce la innumerable hemeroteca de su partido? ¿o eso es sólo mala intención periodística de algunos? 
Otra razón sí le asiste a Van-Halen: la legislatura va a ser un guirigay porque los síes al nuevo eran más bien noes al anterior y porque cada uno lo hizo por distintas razones. Habrá que ver la mano izquierda del estrenado presidente para capear el temporal que se le viene encima. El que ya tenía la capa hecha unos zorros era el presidente saliente. Ojalá los "manirrotos", "desnortados" e "ignorantes de compromisos europeos" que cita quien estoy considerando mi interlocutor, hagan algo mejor las cosas.
Desde luego, ninguno de ellos, que yo sepa, han llegado al poder como llegaba desde hacía años el PP totalmente dopado con dineros oscuros de los que un buen pellizco comisionista se llevaban algunos de los suyos y la mayor tajada, sin duda, el propio partido.
De ese dopaje, surge la imagen que encabeza este escrito, la de un superhéroe de tebeo hecho de piedra, dicho sea por la dureza de cara y el resto de su piel y la hipertrofia de su musculatura bien drogada. Véase en oposición de la imagen que encabeza el escrito de Juan Van-Halen en ABC y que representa a un Groucho Marx con la rosa socialista entre los dientes; muy sugerente, dicho sea de paso.
Estas en las que andamos no es un retroceso como indica, no es una moción apuntalada en la mentira y, desde luego, no es golpismo; es la hartura llevada a sus últimas consecuencias, a la desesperada contra quienes consideran la patria como su finca particular mientras se llenan la boca presumiendo de patriotas y augurando tiempos horribles si no les dejan que ellos sigan llevándoselo crudo.
Ahora, que pongan enmiendas a los presupuestos de los que tanto presumían, que con eso ya están dando el cante y demostrando que no eran cuentas para todos los españoles sino para sus intereses electorales y para mantener contentos a sus verdaderos jefes que no son otros que los poderosos del capitalismo más rancio y más insolidario; los mismos que los llenaban los bolsillos, los presupuestos electorales y más de una cuenta de algunos en paraísos fiscales.
"O nosotros o el caos" parecen repetir los populares; pues por mi parte, venga un poco de caos y que la caverna empiece a recomponerse si puede, pero limpiando a fondo porque es una caverna que huele a establo.

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Escrito de Juan Van Halen al que se refiere este artículo 

GOLPISMO PARLAMENTARIO

Juan Van Halen  (ABC  4-6-2018)

«La moción que hemos vivido mantenía sus motivos reales ocultos y eran falsos los proclamados. El resultado: un golpe de mano parlamentario. Me temo que la positiva herencia de Rajoy se malbarate y se dañe gravemente por la acción de los manirrotos y los desnortados que, entre otras ignorancias, no saben de compromisos europeos»




Estrenamos séptimo presidente del Gobierno en democracia. Los suspicaces le acusan de ser veleta en sus convicciones, no de fiar, sin experiencia suficiente, y por ello poco adecuado para llevar el timón de España en momentos difíciles y en el contexto tan complejo y lleno de interrogantes de la Unión Europea. Sin embargo destaca en muchas cosas si se le compara con sus antecesores. Es el primero que llega por una moción de censura, el primero que nunca ha ganado elecciones al frente de una candidatura, el primero que al ser elegido no es diputado, el primero que en su toma de posesión prescinde de la Biblia y el crucifijo, y el dirigente que en dos convocatorias electorales sucesivas ha recogido los peores resultados de la historia de su partido.
La biografía parlamentaria del nuevo inquilino de Moncloa no es brillante; accedió al Congreso en dos ocasiones por renuncia de sus predecesores en la lista, y previamente también por carambola consiguió su acta de concejal en el Ayuntamiento de Madrid. Como creo poco en la suerte, le reconozco decisión, paciencia y tesón. Cuando cae se levanta y ha tenido que hacer no pocas piruetas. Habría que hablar más que de su ambición de su obsesión por llegar.
La moción de censura es un procedimiento constitucional impecable pero la fórmula supone nada menos que la aspiración a un cambio en la cabecera del Gobierno y es asunto demasiado serio para convertirlo en frivolidad instrumental. No debe conllevar que se retuerzan sus motivos envolviéndolos en falsedades. No es un «quítate tú para ponerme yo». Detrás de una moción de censura está la realidad de la Nación, sus ciudadanos, la posibilidad de seguir adelante o de retroceder. Un diputado de biografía inane, ocupante de fincas y salteador de supermercados, abrazó al candidato recién elegido vistiendo una camiseta que proclamaba: «Voto sí solo para echar a Rajoy». Menudo sesudo mensaje de bienvenida al futuro.
Si la moción de censura no se apuntala en el rigor sino en la mentira, si falsea sus motivos, si es un batiburrillo pactado sin la altura de miras que requiere el caso, se convierte, de hecho, en un golpe de mano parlamentario, de modo que la representación nacional es utilizada torticeramente. En nuestra historia hay antecedentes. Por no remontarnos más lejos, en un periodo ahora admirado por algunos, un golpe parlamentario arrojó de la presidencia de la República a Niceto Alcalá-Zamora, incómodo para la deriva de la izquierda hacia el radicalismo, y situó en ella a Manuel Azaña, bizcochable como se comprobaría. Y una Comisión de listas presidida por Prieto en las Cortes otorgó en 1936 una cómoda mayoría a la izquierda trasteando los resultados de las elecciones previas.
Desmintiéndose a sí mismo, el nuevo presidente del Gobierno se acogió a los apoyos del multiforme populismo -que enmascara al leninismo antisistema-, independentistas y republicanos catalanes, el grupúsculo vasco heredero de terroristas, y otros especímenes políticos de variada procedencia, con los votos decisivos del nacionalismo vasco en cuya coherencia había confiado ingenuamente el Gobierno censurado. Tan abiertos tenía sus brazos acogedores el candidato a presidente que en sus intervenciones ante sus señorías no pudo concretar propuestas para no ahuyentar apoyos.
Se repitió que el motivo de la moción era ético: instalar la honradez en la política española. Para ello se esgrimió la sentencia, no definitiva y con un voto particular, que había servido oportunamente en bandeja un juez conocido por sus ideas radicales de izquierda, de las que existen evidencias, que sin tener que ver con la causa de que se trataba, recogió caprichosamente en la sentencia su atrevido criterio sobre la falta de credibilidad del anterior jefe del Ejecutivo cuando fue citado como testigo, y además la sentencia entró en los meandros de una supuesta caja-B, asunto que tampoco figuraba como cuestión en los hechos que se enjuiciaban.
Falso era también que se hubiese condenado penalmente por corrupción al partido que gobernaba antes de la moción. Los únicos partidos condenados por corrupción desde la recuperación democrática fueron PSOE y CiU. Tan oportuna y útil sentencia se refería a unas elecciones de hace más de diez años en dos municipios de la Comunidad de Madrid, pero ello no impidió que los proponentes y adheridos a la moción reiterasen una causa general contra el conjunto del partido gobernante. Una falsedad indecorosa que desvirtúa la justificación de la moción y la convierte en un golpe de mano.
No resulta tranquilizador sino inquietante que el partido de los ERE, el del 3% de comisiones, los sucesores de etarras, los populistas antisistema, y los independentistas catalanes -estos últimos ya dieron golpes de Estado en 1931, 1934 y lo repitieron en 2017- se hayan unido «para acabar con la corrupción y llevarnos a una España más decente». Sus antecedentes aportan nulo crédito a tan encomiable propósito. Todo lo fían a los compromisos del nuevo presidente, cuya coherencia política le convierte en fervoroso seguidor del Groucho Marx de «estos son mis principios, si no le gustan tengo otros». Circulan vídeos reveladores de estos bandazos.
Hay un partido perdedor en este invento y no es el censurado: Ciudadanos. Dio el pistoletazo de salida para la moción socialista al sobredimensionar, mintiendo, la cacareada sentencia, al anunciar su ruptura con el anterior Gobierno, y al proclamar que la legislatura había concluido. Y resulta que la carrera la han ganado otros. Sobreactuando y encandilado más por lo demoscópico que por lo real, exigió elecciones inmediatas. Pero la convocatoria está ya en manos del presidente al que no le convienen elecciones. Con el partido más votado en la oposición, Ciudadanos, acuciado de urgencias, perderá fuelle. A muchos votantes se les han abierto los ojos. También circulan vídeos que retratan los dobles y triples juegos del líder de esta formación que, petulante, se cree capaz de curar mágicamente todas las dolencias políticas que nos acechan.
La moción que hemos vivido mantenía sus motivos reales ocultos y eran falsos los proclamados. El resultado: un golpe de mano parlamentario. Me temo que la positiva herencia de Rajoy se malbarate y se dañe gravemente por la acción de los manirrotos y los desnortados que, entre otras ignorancias, no saben de compromisos europeos. Ya se anuncian exigencias inviables de algunos de los colaboradores necesarios para el éxito de la moción de censura. Lo que quede de legislatura será un guirigay. Con 84 diputados no se puede gobernar, sobre todo para quien no ha gobernado ni una comunidad de vecinos. Luego, otra vez a empezar.

Juan Van-Halen es escritor y académico correspondiente de la Real Academia de la Historia




Este es el enlace del artículo en ABC al que se hace referencia: