· Nació en San Nicolás (provincia de Buenos Aires, Argentina) en 1963.
· Es Profesor de Historia y Empleado Judicial.
· Fue Presidente de la Seccional San Nicolás de la Sociedad Argentina de Escritores (S.A.D.E.) 1992/1994.
· Fue Director de la Escuela Municipal de Lengua y Literatura “Andrés del Pozo” dependiente de la Dirección de Cultura de la Municipalidad de San Nicolás, entre los años 1991/2001.
· Desde 1994 a la actualidad es Co-director del Sello Editorial sin fines de lucro Yaguarón Ediciones.
· Desde 1991 a la fecha es coordinador de talleres literarios, tanto en San Nicolás, como en las ciudades bonaerenses de Ramallo y Campana.
· Ha editado los siguientes libros de poemas
- “Poemas del caballo azul” (Premio Publicación del Fondo Editorial de San Nicolás, 1989)
- “Gato de piel lunar” (Yaguaron Ediciones, 1996)
- “Vicio de manos” (Mención de Honor en el Certamen Nacional de libros de poemas “Fundación Acero Manuel Nicolás Savio”, 1999)
- “Palabra Lázaro” (Contiene los poemas que obtuvieron el Primer Premio Nacional de Poesía en el Certamen “250 años de la fundación de San Nicolás”, 2002)
* Su obra, tanto poética como narrativa, ha sido recogida por diversas antologías y revistas del país y el extranjero.
* Sus poemas han sido parcialmente traducidos al italiano, francés, inglés, alemán, servio, croata, ruso, guarany, italiano, catalán y portugués.
* Ha sido organizador de innumerables ciclos culturales, recitales poéticos, paneles debates, mesas redondas de literatura, conclaves y encuentros de escritores.
UN POEMA DE PIERO DE VICARI
diseñada así
con esta manera injusta de barajar los naipes
la humanidad
es solo un temblor
una amarilla edad
para los marginados
MI OPINIÓN SOBRE SI SIRVE LA POESÍA EN EL SIGLO XXI, APARECIDA EN ESTAS HOJAS DE DIFUSIÓN DE PIERO DE VICARI
LA POESÍA ÚTIL
A muchos de los poetas que conozco les molesta decir que la poesía es algo útil. Parece que han perdido la esperanza de que lo sea o que nunca la tuvieron. Incluso muchos consideran que el término “utilidad” rebaja la supuesta ‘grandeza’ de la poesía.
¡Qué diablos! ¡Claro que es útil! Si nos atenemos al diccionario, útil es lo que produce provecho, comodidad, fruto o interés; lo que puede aprovechar en alguna línea.
Y que yo sepa, la poesía produce provecho al que la lee, no tanto en el sentido moral como en el de la satisfacción del arte cuando se contempla; también hace sentirse cómodo como cualquier buena lectura. Igualmente proporciona el fruto de estimular la inteligencia y el provecho que todo lo anterior conlleva.
Cuidado, me refiero a la buena poesía. La mala, la aburrida, la vulgar, la pretenciosa, la poco original, la cursi, la que repite esquemas archisabidos... esa no sirve para nada. Bueno, sí: es útil para quemarla en un fogón y dar calorcillo o calentar comida, pero nada más.
No deberíamos confundir útil con utilitarismo. Lo que la poesía no parece ser es utilitarista, es decir un elemento para esgrimir la utilidad como principio moral, eso sí que no porque el poema ni siquiera tiene que ser bondadoso, espiritual, moralista; puede serlo, pero no tiene por qué.
Así pues la poesía es útil; aún más, es necesaria como cualquier arte —un arte es a fin de cuentas y no hay que sobrevalorarla o disminuirla—. Y el arte nos es imprescindible para ser algo más humanos en todos los sentidos; es más, casi constituye condición indispensable de humanidad. Y si no, ya me diréis para qué decoraban sus vasijas los hombres primitivos. ¿No les bastaba su utilidad? ¿tenían, además, que decorarlas?
La sociedad actual, experta en confundir valor y precio, suele despreciar la poesía —no es cosa de ponerse a explicar ahora todos los motivos— fundamentalmente por eso, porque dice que tiene poco valor. Se engañan los que así piensan, lo que no tiene es precio, es decir: no hay dinero para pagarla porque su valor es altísimo. De ahí que los poetas estén en los últimos lugares del aprovechamiento económico de la literatura.
La apreciación de ‘poco valor’, confundida con precio, se debe también, entre otras cosas, a que ahora, en nuestra sociedad todo el mundo escribe, los analfabetos son minoría, y a cualquier mentecato se le ocurre enlazar dos palabras que le parecen buenas y ya presume de haber hecho un poema. ¡Caramba! es como si a mí, cada vez que silbo en la ducha, me diera por llamarme compositor y compararme con Mozart.
El carro que llevó a Francisco de Quevedo desde su Torre de Juan Abad al convento de Villanueva de los Infantes, donde murió, era sin duda muy útil; así lo considerarían cuantos conocieron el carro, supieran o no de la obra de su ilustre usuario. Pero nada queda hoy de ese carromato, mientras que la poesía de don Francisco sigue siendo útil a cuantos sacan de ella, siglo tras siglo, distintos provechos.
Así que la poesía —insisto: la buena poesía— es de una utilidad a prueba de siglos y modas, tiene un valor incalculable aunque cueste muy poco el libro donde la encuentres o la cerveza que bebes mientras un amigo te la recita.
Podríamos decir, con Gabriel Celaya, que más que útil es necesaria:
“poesía necesaria como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto...”
Y no es preciso que lo sea para todos, basta con que alguien, algún día la necesite, para que cumpla su objetivo.
Ya sé que los poetas ‘decoradores’ no estarán muy de acuerdo y pretenderán que sólo la belleza ya la justifica y que no tiene por qué servir para más que para suspender el espíritu con su hermosura. Pues muy bien, eso también es utilidad aunque no les guste la palabra, porque en el mundo materialista que vivimos, suspender el espíritu de vez en cuando es incluso una medida sanitaria ¿o no?
Por último, y ajustándome a la letra de la pregunta ¿sirve la poesía en el tercer milenio? se me ocurre que esto, recién estrenado, que llamamos tercer milenio no es más que un convencionalismo y tanto da una fecha como otra porque el ser humano, lleve cachiporra o teléfono portátil, sigue siendo el mismo, y aunque hayamos progresado técnicamente, nuestro espíritu sigue muy necesitado, incluso más ahora, que cuando el tiempo no nos acuchillaba por la espalda.
Mi experiencia como divulgador, fundamentalmente poético, me ha llevado a comprobar que cuando tomas unos buenos poemas de quien sean y los recitas bien, el público se siente estupendamente, dice: ¡Esto es otra cosa... así sí que me gusta la poesía! O sea que a lo peor lo que estamos haciendo muchas veces los poetas es hacer un arte oscuro, elitista, difícilmente comunicable, es decir un desastre. Y si la gente se aleja de la poesía gran parte de la culpa es nuestra.
Volviendo a la idea inicial y desligando las palabras ‘servir’ y ‘util’ que he venido equiparando: Servir, claro que sirve, otra cosa es que las gentes, porque se la servimos mal, por ese dichoso progreso que no es más que avance tecnológico, por ignorancia, por comodidad, por mala educación, o por el citado utilitarismo, no se sirvan de ella. Pero la poesía sí está al servicio de quien la pretenda, como una amable cortesana que ofrece todos sus encantos aunque las personas de bien la miren de reojo y la tachen hipócritamente de puta.
Enrique Gracia Trinidad
4 comentarios:
Grande Piero, siempre un gusto leerte.
Saludos Gus.
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