CARTA ABIERTA A SU MAJESTAD EL REY DE ESPAÑA, FELIPE VI
(Ver abajo en vídeo)
Señor:
Supongo
que este año, dará usted el mensaje navideño a los españoles, tal y como parece
que dicta la tradición.
El
año pasado envié a su padre una carta abierta, que por supuesto no fue atendida
—era de esperar—; así que, este año me permito enviarle otra a usted con la
misma disposición. Es absolutamente personal porque yo no represento a nadie.
Soy un ciudadano más de este país.
Usted
nació en los últimos tiempos del dictador Franco, pero ha crecido en la
democracia y se ha formado durante la etapa de libertades que entre todos
conseguimos con tanto sacrificio, así que quiero creer que no seguirá la
tendencia de su padre y antecesor y hablará claro de una vez, cosa que no se ha
hecho jamás en esos mensajes institucionales.
Espero
que, a pesar de cuanto dicte el protocolo, la prudencia y hasta la conveniencia
institucional, no olvide usted que se dirigirá a millones de personas, de las
cuales una cuarta parte, si no más, está compuesta por gentes sencillas que en
los últimos años han sido expulsadas de su trabajo o trabajan en regímenes de
explotación con sueldos de miseria; por familias que han perdido su hogar y
viven como pueden y de mala manera, por pequeños empresarios que han tenido que
cerrar sus negocios; por campesinos olvidados; por investigadores desasistidos,
por hombres y mujeres que, teniendo la misma edad que usted, saben que ya no
encontrarán trabajo nunca más; por miles
de jóvenes que han tenido que emigrar para poder trabajar o que permanecen aquí
sin muchas esperanzas de futuro. La lista de damnificados es tan larga que no
cabría en su discurso, pero ojalá los tenga en cuenta no con buenas palabras
sino con la rotundidad y el valor que estos tiempos necesitan.
Espero
que no hable usted de recuperación económica porque la macro-economía así parezca
indicarlo y porque los ricos sean cada vez más ricos precisamente porque los
pobres son cada vez más pobres y más numerosos. Si se le ocurre hacerlo, le
rogaría que no generalice, que no mencione sólo esperanzas sino actuaciones
concretas que usted piense realizar o exigir para ayudar a la recuperación
verdadera, que no es la de los grandes números sino la de todos nuestros
conciudadanos, la de todos y no la del sector más privilegiado.
Espero
que si habla de libertades, se ponga de parte de los que no pueden ejercerlas
por la creación de leyes represivas que impiden manifestar el dolor y la rabia
de unos ciudadanos que ven recortada su sanidad y su educación públicas, su
cultura, sus atenciones sociales a los dependientes y hasta su negación de
medicamentos a enfermos que sin ellos mueren a diario, por poner sólo los
ejemplos más lamentables; mientras sí que se ayuda a los bancos, a los equipos
de fútbol, a los partidos políticos, a las multinacionales y a otros poderosos.
Hablo,
como bien sabe, de beneficios fiscales, rescates, condonación de deudas,
moratorias y trato preferente que se niegan a los contribuyentes ordinarios.
Espero
que no nos ahorre la condena absoluta de los miles de políticos imputados, con
nombre y apellido, con siglas de partidos en la solapa, y la de sus cómplices
que guardan silencio y la de sus empresarios corruptores. No serán la mayoría
—cosa que estaría por ver— pero sí son tantos que sitúan a nuestra patria entre
los países más corruptos de nuestro entorno.
Espero
que, dentro de esa condena, incluya a los grandes culpables que no son otros
que los poderosos del mundo, sean multinacionales, grandes fortunas, paraísos
fiscales, negociantes de armas, farmacéuticas desaprensivas, gobiernos corruptos
y mendaces, especuladores financieros y explotadores de cualquier pelaje que
protegen sus intereses en lugares como el Club Bilderberg, el G20 y otros, sin
importarles la destrucción del planeta y la miseria o la muerte de millones de
seres humanos.
Espero
que aproveche para hablar de la justicia española y que proponga solucionar su
escandalosa falta de medios, su acumulación de leyes antiguas y desfasadas y su
difícil independencia; todo ello provocado y tolerado por los sucesivos
gobiernos de esta democracia a la que tanto parece que le cuesta
modernizarse.
Espero,
en fin, que no continúe el discurso de lugares comunes que su padre hacía cada
año y demuestre que usted sí conoce la dura situación y se dispuesto a luchar
con su pueblo, sin situarse fuera de la realidad como lo está la inmensa
mayoría de gobernantes.
De
hacerlo así, con firmeza y sin palabrería, supongo que se estará usted ganando
el puesto que ocupa por herencia. De no hacerlo, continuará siendo parte del
problema y cómplice de cuanto, lamentablemente, está ocurriendo.
Le
invito a considerar en serio y aplicarse con valor, sin gestos ambiguos ni
solidaridad de escaparate, los versos que Gabriel y Galán dedicó a su bisabuelo
Alfonso XIII, de donde saco estos fragmentos:
(...)
Señor, si en ese
sagrado
solar de español
sentir
han ante vos ocultado
con luz de vivir
dorado
sombras de negro
vivir,
mintió la vieja
embustera
que llaman
cortesanía.
(...)
Señor: no oigáis las
canciones
de las doradas
sirenas
que sólo cantan
ficciones...
¡Los más grandes
corazones
son los que arrostran
más penas!
(...)
¡Patria sois también,
Señor!
Reciba mi atento saludo
Enrique
Gracia Trinidad
En
Madrid, a 22 de diciembre de 2014
No hay comentarios:
Publicar un comentario