"El onanista" (foto EGT) Imagen de un canecillo en el monasterio de Villanueva (Parador de Cangas de Onís) representando la práctica de la masturbación (similar a otras muchas imágenes eróticas de los templos románicos)
CURAS CON HIJOS
Cuando yo era pequeño circulaba un chiste ya viejo que decía: “Un cura es un señor al que todos llaman padre, menos sus propios hijos que le llaman tío”
Y es que la voz popular, transmitida en chismes, chistes y bulos, es perversa de narices.
Ahora, no sé si serpiente de verano o simple lagartija de entretiempo, nos cuenta el diario italiano La Stampa, que en el Vaticano están estudiando algunas medidas para con los muchos hijos de sacerdotes que aparecen por ahí. Sobre todo relacionadas con el uso del apellido y la posibilidad de heredar. Acto seguido, el portavoz de la Santa Sede, el jesuita Federico Lombardi, dice que de eso nada, que se lo ha inventado el periódico, vamos.
La verdad es que tradicionalmente la mayoría de hijos de curas lo que han tenido han sido problemas, igual que sus madres por el grave contratiempo de mantener relaciones con un clérigo. Recuerdo uno de los casos de hija notable de cura, Rosalía de Castro, que al parecer lo pasó bastante mal con dicho asunto.
En realidad normalizar el estado civil de estos hijos no parece que sea una propuesta descabellada. Si la Iglesia lo considera pues muy bien; y si no toma medidas, pues que se las hagan tomar, que para eso están las leyes civiles, las pruebas de paternidad y lo que haga falta.
No vendría mal que la Iglesia racionalizase sus normativas y empezase a variar las leyes, usos y costumbres de su derecho canónico.
Caso llamativo de sacerdote con hijos “no reconocibles” es el de Fernando Lugo, actual presidente de Paraguay. Aunque sea más importante el que fuera retirado por el Vaticano de su condición de obispo por defender la Teología de la Liberación y más tarde suspendido “a divinis” porque la Iglesia considera “incompatible su estado clerical con la Presidencia de la República”. No sé qué es más deleznable, si quitarle el obispado por ser clérigo comprometido con los pobres (condición básica de la Teología de la Liberación) o retirarle del sacerdocio activo por ser presidente de un país.
Pregunta al canto: ¿No tiene también el Papa, condición de jefe de estado? ¿Ah, que se ocupa sólo de las cuestiones religiosas? Eso no se lo creen ya más que unos cuantos ilusos o los que prefieren dejarse engañar no vaya a ser que si se quitan la venda de los ojos se les escape el cielo.
Pero sigamos con los hijos de cura.
Otro caso notorio es el del ya fallecido Marcial Maciel, fundador de la Legión de Cristo, esa organización de ultraderecha católica que tanto defienden algunos políticos supuestamente progresistas de la derecha española —léase Esperanza Aguirre sin ir más lejos—. El tal Maciel también tuvo una hija siendo sacerdote, lo que no le impidió andar metiendo mano durante años a los seminaristas a su cargo, hasta ser, al final de su vida, apartado del sacerdocio público por la Santa Sede debido a la confirmación de su pederastia. Hacía a pelo y a pluma el angelito.
Como se dice: “Esto de la jodienda no tiene enmienda” y tanto teólogos de la liberación como pederastas fascistoides le dan al asunto.
Yo que la Iglesia me lo pensaba de una vez y lo dicho: cambiaba de estrategia y empezaba a tomarme en serio el asunto de los hijos de cura, el celibato y otros temas relacionados.
Claro que el problema de base es el mismo que se generó en cada momento histórico de su retorcido asentamiento: El dinero, el poder.
Ya en el Concilio de Nicea (325) se empezó a prohibir que los sacerdotes convivieran con mujeres (aunque seguía habiendo curas casados). A lo largo de los años, se fueron sumando disposiciones eclesiales al respecto, desde el I Concilio de Letrán en el siglo XII y los siguientes del mismo nombre, hasta el IV (1215), en el que además de dar pie a lo que luego fue la gran matanza de los albigenses o cátaros, también salió el asunto de los sacerdotes con mujeres e hijos... La cosa no paró ahí, siguió en el viajero y chapucero Concilio de Basilea y se confirmó —¡cómo no!— en el inquisitorial Concilio de Trento (siglo XVI)
Por cierto, todo eso, sin nada que ver con el espíritu evangélico. ¡Vamos, ni de lejos!
Detrás de tantas idas y venidas sobre el asunto de los sacerdotes, sus mujeres y sus hijos, estaba la necesidad de que cualquier bien o herencia de un clérigo no pasase a los descendientes sino que volviera a la Iglesia, estaba el criterio de abaratamiento de los “trabajadores” religiosos y el aumento del patrimonio institucional del estamento eclesial en base a donaciones, cesiones, bienes adquiridos personalmente por los clérigos, etc.
De tener los curas hijos reconocibles se le plantearía a la Iglesia un auténtico problema económico. Menuda avalancha de procedimientos judiciales se le iba a venir encima. O sea que ¡ni en broma!
Y así estamos: hijos sin padre por aquí y por allá, sustitución de un sexo razonable y digno por pederastia y otras inmundicias... Un auténtico desbarajuste propiciado por la hipócrita ansia de poder de quienes manejan la Iglesia desde arriba.
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3 comentarios:
Pues yo si fuera hija de un cura querría ser reconocida como tal inmediatamente por la cosa de que eso ya de entrada te estigmatiza a favor como hija de dios... y eso en un chollazo a todas luces.
Dicen los curas y las monjas que están casados con dios......vaya braguetazo que se gasta el clero.
Cachis, hasta rabia me da que mi padre fuera un simple mortal
Ah y se me olvidaba decirte que me encantas Trinidad.
"Yo que la Iglesia.." dices, Enrique...pues yo que la Iglesia bastante haría con mantener lo poco bueno que queda: las Catedrales (que costaron muchas vidas, por otra parte, aunque son maravillosas), el Arte religioso (escultura, pintura) y el mensaje fuera de "arquitectura" que lo rodea, o sea, algo que no tiene nada que ver con la Iglesia: el Amor al prójimo y la lucha por los pobres y los desheredados (estaría bien que parte de sus bienes los donaran a éstos), pero en fin...también hay que reconocer que hay gente dentro de ella que están dejándose la piel en Africa, en América del Sur, en los lugares más peligrosos y apartados para mejorar la existencia de los que nada tienen. Incluso jugándose la vida. A esos, mi admiración. A la Curia, a algunas organizaciones "paraeclesiásticas", sectas, e incluso el sabio y delicado Benedicto XVI, mi deseo más sincero de que pasen a mejor vida, quiero decir, a peor vida. O sea, que dejen a cada cura con su vida y a cada hijo, esposa, amiga o compañera con su libertad y su conciencia, que, seguramente, es más de ley que la de los que legislan. Y eso que, desde los tiempos del Santo Oficio y los cardenales de la nobleza y otras regalías se ha progresado mucho. Ahora, al menos, no se quema gente por no reconocer la Santisima Trinidad. O alguno de esos dogmas tan edificantes como la Virginidad de María. Vamos que la Naturaleza es una aberración, según la Iglesia, porque todos los seres humanos - imagino que según la idea de Dios - son concebidos a partir de un hecho que, supongo, la Divinidad decidió.
Que aberraciones, dios mío...esta vez pongo la d con mínúscula, porque el Ente improbable no se merece otra cosa. Sobre todo después de los terremotos que manda la Naturaleza, su obra, y otras lindezas que acaban con la vida de tantos inocentes...Vaya Dios más bueno y misericordioso. Y con ampararnos en el misterio pues ya tenemos justificación...Eso sí, de momento, es un poco menos bruto que el dios que algunos islamistas radicales ponen por bandera.
Port
(Perdón por la extensión...y salirme un poco del tema)
Port
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