Diada sí, mentiras no
Me declaro partidario, sin paliativos, de que todos los seres humanos sean libres de decidir
dónde quieren vivir y cómo quieren que sea su sociedad. Si desean pertenecer a
un colectivo o a otro, si quiere hablar una lengua u otra —tener ambas como un
tesoro sería más práctico y más enriquecedor—. No seré yo quien reste el
derecho de aplaudir al corrupto propio pensando que nos quiere más que el
corrupto que llamamos ajeno, ni quien cuestione más de la cuenta el absurdo de
mezclar ideas políticas radicalmente opuestas en aras de cierta artificialidad
nacionalista.
Ya lo
decía Cervantes: "La libertad, Sancho, es uno de los
más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos", así que no es cosa de negársela a nadie.
Pero, por el mismo motivo, me considero libre de opinar lo que quiera y de
no aceptar que me cuenten milongas y me quieran hacer comulgar con ruedas de
molino.
No puedo aceptar que Cataluña me considere su enemigo ni así la considero
yo. Sus enemigos reales coinciden con los míos, son los mismos: los que nos
roban a ellos y a nosotros y pretenden gobernarnos para su propio provecho,
mientras nos distraen excitando pasiones facilonas.
Hoy, 11 de septiembre, en Cataluña se celebra la Diada, más exactamente Diada de l'Onze de Setembre, que es como en
realidad se llama, y que recuerda la caída de Barcelona y fin de la Guerra de Sucesión Española, a la muerte
de Carlos II sin descendencia, que no fue otra cosa que una guerra entre
españoles, elevada a parte de Europa por intereses dinásticos europeos. Se
enfrentaron los partidarios, por un lado, del candidato austriaco Carlos de Habsburgo al que apoyaban el
Imperio Alemán, Gran Bretaña, Holanda, Portugal y el Ducado de Saboya; y por el
otro el recién nombrado Felipe V, apoyado por Francia.
Cataluña se puso de
parte del pretendiente austriaco y gran parte del resto de España de parte del
borbón Felipe V. Por cierto, Madrid, Toledo y algunos otros lugares
también estaban del lado de la dinastía austriaca, junto a Barcelona,
¿curioso, verdad?
Al final ganaron los
seguidores de Luis XIV de Francia y su nieto Felipe V, recién instalado en
España.
Que los que buscan la
independencia catalana se apoyen en este recuerdo para justificar sus intereses
de separación y le hayan hecho creer a muchos que aquello fue una guerra de
secesión, no es más que una manipulación histórica que no se creen ni ellos,
pero que sirve para soliviantar los ánimos y sentimientos de muchos de sus
habitantes a los que han mentido descaradamente para ocultar, entre otras
cosas, su corrupción tanto o más sistémica que en el resto de España.
Recordemos que en la arenga
para defender Barcelona, sus gobernadores de entonces escribieron: "...se confía, que todos como
verdaderos hijos de la Patria, amantes de la Libertad, acudirán a los
lugares señalados a fin de derramar gloriosamente su sangre y vida
por su Rey, por su honor, por la Patria y por la libertad de toda España". Aún más, en el último bando de Rafael
Casanova i Comes, Conseller en Cap de Barcelona y máximo responsable de la
defensa de Barcelona en aquel asedio, leemos: "...acudan prontamente,
luego, bajo pena de muerte, en la plaza de Junqueras, que así conviene al
servicio del Rey y de la Patria."
¿"Al
servicio del Rey", hemos leído? O sea que estaban luchando por un rey
distinto para todos —un austriaco en vez de un borbón—, no por la independencia
de Cataluña...
Así
que voten lo que quieran, márchense si es ese el sentimiento auténtico, cosa
que dudo porque a ellos, como a los demás, nos han manipulado que da gusto y de
la manipulación no puede salir nada auténtico; pero que nadie se engañe con la
Diada. No es más que el respetable recuerdo de cuando los españoles de
Cataluña, Madrid y otros territorios lucharon contra los españoles de otros
lugares, por intereses de reyes extranjeros. Nada más que otra guerra estúpida
y civil de esas a las que somos tan tristemente aficionados.
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