ADIÓS, CAFÉ
COMERCIAL, O EL FUTURO DISTÓPICO DE MADRID
Como quiera que el diccionario de la RAE no acoge la palabra distópico,
aclararé, para que no quede duda, que dicho término, propio de la Ciencia
Ficción, se refiere a una sociedad hipotética indeseable, por lo general
futura. Supone la antítesis de utópico.
Aclarado esto, el lector entenderá por qué lo uso en el título de este
artículo que pretende lamentar y denunciar que ayer, veintisiete de julio de
2015, con mañanera alevosía han echado el cierre a uno de los pocos cafés con
solera que quedaban en Madrid, el Comercial, en la Glorieta de Bilbao. Ni más
ni menos que el café más antiguo de Madrid, con 128 años de existencia, uno más
que el famoso Café Gijón.
¿Cansancio de las propietarias, las primas Isabel Contreras y Mª Isabel
Serracató y/o sus familiares? ¿Oferta económica sustanciosa dada la ubicación
estratégica y las características del local? ¿Alguna otra circunstancia de la
que no se ha hablado? Cualquiera que sea el motivo, este cierre es un atentado
más contra la historia de Madrid, contra la cultura, contra la forma de vida de
una ciudad que no ha parado de sufrir atentados urbanísticos y sociales de todo
tipo.
Y este sí es un punto importante. Madrid avanza inexorablemente hacia la
despersonalización como la mayoría de las grandes ciudades —algunas hay que
cuidan su patrimonio histórico cultural, pero no muchas—, pierde continuamente
sus comercios tradicionales, sus lugares típicos, sus sitios con sabor, que son
sustituidos por franquicias del género pijo o el género hortera, tirando a
plástico, oficinas bancarias, hamburgueserías clónicas o negocios chinos.
No existen, o no se cumplen con contundencia, leyes que protejan este acoso
y derribo permanente en nombre del dinero, de la supuesta eficacia, del
internacionalismo despersonalizado. No es nada nuevo, ha pasado a lo largo de la
Historia y rara vez hubo reacciones para cuidar el patrimonio material e
inmaterial de la Villa y Corte; cuando las hubo, la ignorancia, la
incompetencia o los intereses municipales unidos a la rapiña de los más
poderosos llevaron a cabo barbaridades que no voy a citar porque haría falta
una enciclopedia. Justicia es recordar a Mesonero Romanos y a los munícipes que
hicieron caso de sus esforzadas sugerencias, pero frente a ellos abundaron más
el despropósito, la desidia y la incultura.
Con el cierre del Café Comercial, Madrid da un paso más, simbólico y
auténtico, hacia la distopía, hacia un futuro miserable y despersonalizado,
hacia el mundo de Orwell, hacia un fascismo, con color de billete de banco o
tarjeta de crédito, monolítico y deshumanizado.
Puede que yo sea víctima de la nostalgia del chocolate con churros, de la
tertulia amable, del buen olor a café, tostadas o picatostes, de la cerveza sin
prisa y entre espejos, de la mesa de mármol donde escribir, conspirar, jugar al
ajedrez o protegerse del tumulto ciudadano, de las presentaciones de libros, del
acto solidario, de la música amable o del recital de poesía. Puede que esté
anticuado, pero cuando andemos todos tomando nuestro brebaje en vaso de
plástico, sobre la mesa de plástico, con olor a plástico y sabor a lo mismo,
echaremos de menos la identidad propia por la que fuimos incapaces de luchar; insultaremos
con resentimiento a la modernidad sin alma y la madre que la parió, pero ya será
tarde.
Enrique Gracia Trinidad
1 comentario:
Como afectada emocional del cierre del Café Comercial le doy las gracias por el magnífico artículo que ha escrito.
En mi blog de http://apalabrandolosdias.wordpress.com también he dejado constancia de este lamentable cierre.
Un saludo.
Isabel F. B. de Quirós
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